
Todo eso me lo cuenta con señas mientras trato de seguirla y
entender. La tímidez se ha ido y ahora está esta mujer solo con su alegría de
vivir, su entusiamo. Bromea con el interprete que se ha equivocado varias veces
y nos dificulta la comunicación. Le digo con señas que lo vamos a despedir y
nos vamos a quedar solas hablando, ríe.
El interpreta a veces la deja y habla solo conmigo, ella
espera en silencio, y yo pienso que sentirá, que pensará envuelta en ese
profundo silencio eterno. Cuando bromea yo rio a carcajadas y me doy cuenta que
no puede saber lo fuerte que me rio de su broma, me da ansiedad no poder
transmitir mis sentimientos Pero ella es una mujer sumamente lista, me mira,
sonrie, hace gestos con sus manos, regaña al interprete por no darme la
información correcta, rie de nuevo, la amo.
Esa fue mi media mañana con Reyna Cruz, 42 años, madre de
tres, tesorera de la Asociación Nacional de Sordos de Nicaragua, ANSNIC y no
quiero decir “sorda” porque ella escucha más que todos nosotros, sabe y siente
y vive con la alegría que muchos de nosotros los que tenemos “oídos” no
vivimos.