viernes, 20 de junio de 2014

No, no lo olvido

Los días 22 de cada mes los jóvenes que fueron víctimas del abuso de un grupo de personas afines al gobierno protestan en las redes sociales con el hashtag #J22NoSeOlvida. Muchas otras personas hacen comentarios negativos por la protesta. Uno de los comentarios más comunes de leer es que los jóvenes lo deberían superar (por querer decir olvidar) y finalmente cerrar el capítulo.

No puedo describir los niveles de indignación que estos comentarios me provocan. Cuando no has sido vapuleado, amenazado y perseguido por hordas sin sentimientos ni conciencia, es fácil pedir que se olvide. Vamos a olvidar el robo de las cosas materiales (aunque no se debería tampoco) y a enfocarnos en el robo de la dignidad, del derecho a protestar pacíficamente. Vamos a enfocarnos en el abuso, en la cobardía del ataque, en el hecho que los muchachos estaban ahí apoyando una causa que a sus ojos era justa, válida y necesaria, que no tenían armas, que estaban desprevenidos, que nunca la vieron venir, que hasta en el último minuto confiaron que la Policía Nacional iba a defenderlos y que bajo esta premisa nuestros jóvenes fueron traicionados. Si, traicionados. Traicionados por su propia gente, porque entre conciudadanos, así como entre la familia nos deberíamos de proteger y ayudar los unos a  los otros.

Llevaba días sin poder dormir, seguía de cerca lo que pasaba en el campamento de OcupaInss. A través de las redes estuve presente en el concierto, escuché la música, y reí con los chavalos bailando la Macarena. 

Entre las  4:30 y 5:00 a.m. de ese día empecé a leer los primeros mensajes.

“Por favor, vengan a ayudarnos”

“Llamamos a los bomberos y nos dijeron que no podían venir”

“Hay heridos, necesitamos que nos vengan a traer”

Al principio no comprendía lo que estaba sucediendo hasta que alguien subió una foto de un muchacho ensangrentado. Entonces mi corazón se partió. Poco a poco más y más mensajes y fotos me hicieron entender lo que había pasado. A las cinco de la mañana le dije a mi esposo:

“apalearon a los chavalos, hay heridos y ni los bomberos quieren ir a ayudarles”

No sabía qué hacer, a quién llamar, ni cómo ayudar. Tuve que alistarme para ir al trabajo pero mi corazón estaba allá con ellos, mientras un sentimiento de impotencia se apoderaba de mí. Luego supe a ciencia cierta lo que había sucedido y que yo no hubiera podido hacer nada…ese sentimiento de impotencia que te consume, que te hace sentir miserable por completo.

Pienso, que ninguno de los que sabemos que el ataque fue real debería olvidarlo. Olvidarlo significaría que está bien, que como dicen los que defienden lo sucedido, no debieron estar ahí, como diciendo que se lo merecían. No, señores. Al igual que la vestimenta de una mujer no da derecho para ser irrespetada ni mucho menos violada, tampoco manifestarse, protestar da derecho a golpizas y robos.

¿Vivimos en una sociedad libre si o no? ¿Se derramó tanta sangre en la lucha contra el dictador Somoza para vivir en una libertad a medias, a conveniencia del grupo en el poder? ¿Vivimos todo lo que vivimos para ser callados a garrotazos, bajo amenazas e intimidaciones? Por supuesto que no.  Se luchó por una Nicaragua libre, donde cada quien respete la ideología del otro. Se luchó para tener un país y un gobierno al cual yo le pueda demandar sin temor a ser visto de mala manera o puesto en listas negras, para tener un gobierno que no me  haga sentir miedo a que me manden hordas robóticas si me atrevo a decir algo que no les  parece. Creo que por eso lucharon los héroes y mártires de la revolución. Ellos tenían en mente una Nicaragua plena donde la principal preocupación sería batallar contra la pobreza, donde juntos nos encaminaríamos a luchar por heredar una patria mejor a nuestros hijos.

 Ahora, con los hechos que están ocurriendo en Venezuela, mi temor crece. Veo los motorizados aparecer en cada protesta (Maduro style), sea en contra del sistema de TUC o de apoyo a un grupo de ciudadanos de otro país. No importa lo que sea, si no es una manifestación en pro del gobierno, seré perseguida y reprimida. ¿Será que si los nicaragüenses insistimos en salir a la calle, nos metan tiros en la cabeza, nos manden tanquetas y nos disparen hacia dentro de las casas de familia, también?  No quiero pensar que podemos vivir algo así, no después de la lucha en contra de Somoza, no después de una revolución del pueblo, no después tanta sangre derramada en una guerra civil.  


Entonces, no me pidan superar el 22 de junio del 2013 porque no puedo superar que mi gente se ataque entre ellos mismos, que mi gobierno y mi policía no me defienda y que piense que merezco ser vapuleado porque pienso diferente, porque me atreví a pedir una pensión reducida para un grupo de ancianos y sobre todo, no puedo superar, ni nunca superaré que se tiña con sangre de hermanos el glorioso pendón bicolor de mi Nicaragua, ninguno de nosotros debería superarlo. 

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