lunes, 25 de noviembre de 2013

Educando contra la violencia

Tengo una hija de 11 años. Mi mayor temor es que llegue a enamorarse y a emparejarse con  una persona violenta. Entonces dedico mis días enseñándole a no aceptar conductas violentas. Cada vez que su papá la regaña sigo con cuidado cada palabra. No quiero que se acostumbre a las palabras rudas de un hombre. Si pienso que su papá se está pasando, hablo con él y le digo “acordate que no quiero que crea que es normal que un hombre le hable pesado…”  
Su hermano mayor nunca le grita, nunca le ha pegado, nunca le ha dicho ninguna palabra grosera. Es la forma que las cosas se manejan en mi casa.

Cuando la conducta de mi hija se pasa de los límites, respiro profundo. Pienso que mi madre ya hubiera agarrado la faja y me hubiera puesto en mi lugar con un par de fajazos bien dados, pero yo creo en la no violencia, creo en que debo acostumbrarla a resolver las cosas sin recurrir a la fuerza.  Bajo la voz. La miro a los ojos, le hago preguntas. Por muy desesperada que esté, guardo la calma, no le grito. Todo lo hago para que ella aprenda que la violencia sea de palabra o de hecho, no es el camino.

Mis dos hijos nunca han visto violencia doméstica o intrafamiliar de ningún tipo. No nos gritamos, no tiramos cosas, no nos ofendemos. Difícil criar hijos de esta manera cuando todo tu entorno es violento.  ¿Cómo hacés para que se defiendan sin usar violencia? ¿Cómo los protegés del “bullying” ¿Cómo hacés para que no acepten la violencia bajo ninguna de sus formas? ¿Cómo hacés para que ellos mismos no usen la violencia de palabra o acción? 

Tratás de educarlos en una cultura de paz. No es fácil. De hecho es una de las cosas más difíciles a las que te podés enfrentar como madre o padre, pero tratás de hacerlo. Educar, enseñar, inculcar valores a las nuevas generaciones, es lo que se puede hacer para que se elimine la violencia no sólo a las mujeres si no la violencia contra todo aquel que la sufre. Hoy especialmente, quiero escribir a favor de las mujeres y niñas violentadas.

BASTA YA DE GOLPES
BASTA YA DE AMENAZAS 
BASTA YA DE PALABRAS OFENSIVAS 
BASTA YA DE GRITOS 
BASTA YA DE CHANTAJES EMOCIONALES O ECONÓMICOS 
BASTA YA DE ACOSO SEXUAL

¡BASTA YA! 


¡NO MAS VIOLENCIA CONTRA LA MUJER!





lunes, 11 de noviembre de 2013

Y si te hieren

El día que hieran tu tierra, mi Nicaragua querida,
lloraré tu desgracia, mi desgracia
de no tener quien te ame...
quien defienda tu honor
mancillada,
abusada,
vendida al mejor postor.


El dia que el hierro extranjero desgarre tus entrañas
mi alma se hará jirones
en grito de parto con hijo muerto
Ay Nicaragua, Nicaragüita


¡Qué diera yo para que mis lágrimas
fueran aguas limpias y puras que repongan el mal que te hacen!
Observaré tu amancillamiento 

con la impotencia del niño que ve a su madre golpeada
azotada
atropellada
y llora con el corazón explotando en mil pedazos
amando a su madre con cada uno de ellos


El día que la máquina destructora
desgarre tu vientre para volverte estéril y seca
me secaré con vos. 

Mi sangre indígena
reclamará tus bosques
tus aguas, tu flora y tu fauna
y no sabré que responderle


El día que el tractor maligno
te parta en dos
partirá mi corazón
desvanecerá mi fuerza
y lentamente la pena moral
me llevará con vos.


Creative Commons License
Y si te hieren by Regina Vargas is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License.

sábado, 9 de noviembre de 2013

¿Discapacitados? ¿Dónde?

Recientemente tuve una fractura en mi tobillo, en el maléolo posterior para ser exactos. Un hueso que ni sabía que existía hasta que me vi imposibilitada para caminar.  Yeso por un mes, recuperación por tres semanas más sin poder apoyar el pie en lo absoluto.
No es necesario describir lo terrible que fue para mí saber que no podría caminar por casi dos meses. Acostumbrada a ir y venir todo el día, a tener una vida muy activa, estar encerrada en casa era simplemente desastroso. 
Por asuntos de que en este país algunas gestiones tienen que realizarse de manera personal y como no podía paralizar mi vida totalmente, alquilé una silla de ruedas para poder movilizarme los días que tuviera que realizar dichas gestiones.  Ahí fue donde me percaté de lo terriblemente inconsciente que es la ciudad, por no decir el país, con las personas discapacitadas. Debo confesar con mucha vergüenza, que nunca lo pensé antes. Tuve que estar en esa situación para entenderlo.
Se celebra cada 3 de diciembre.
Comenzaré con el transporte público.  No tengo ni la más mínima idea como una persona que anda en silla de ruedas usaría los buses en este país. Simplemente, no hay condiciones. 
¿Qué pasa si esta persona no tiene un vehículo que lo transporte? ¿Si no tiene dinero para pagar el taxi? Ahora si noto a las personas empujando sus sillas de ruedas en media calle, con el sol o con la lluvia inclemente…. Me pregunto cuánta distancia recorrerán a punta de brazos…
Llego al banco. Irónicamente, a pesar de tener un rótulo del cual se interpreta que las personas en silla de ruedas tienen prioridad, no hay rampas para tales sillas. El espacio es ridículamente pequeño y no hay forma que una silla de ruedas pueda pasar entre tantas filas, la caja destinada para estas situaciones es siempre la última, se tiene que pasar todo el banco para llegar a ellas.

Recorro la ciudad en carro. A cada lugar que llego veo la posibilidad de entrar con la silla de ruedas. Muy pocos lugares tienen rampas o entradas accesibles. Muchas veces, donde hay rampas, éstas son tan pequeñas que se requiere de mucha destreza para hacer pasar las ruedas completas y no caer con todo y silla.  Me siento frustrada. Tengo todas mis capacidades mentales, puedo hacer trabajo académico, aun puedo enseñar, puedo escribir en mi computadora, puedo usar la tecnología para dar mis clases, pero no puedo acceder al aula por mi cuenta porque las condiciones no me lo permiten. Pienso ¿y si me pasara algo y tuviera que quedarme en una silla toda la vida? ¿Cuántas personas habrá en nuestro país que pudieran ser extremadamente productivas pero no lo son porque las instituciones, la ciudad entera no está preparada, no se diseña, ni se construye, ni se piensa en este tipo de personas. ¡Cuánto nos hace falta para el verdadero progreso! Cuanto nos hace falta para ser una sociedad inclusiva, integradora y que piense en proveer a todos sus ciudadanos las mismas oportunidades, especialmente a los discapacitados, los que están en sillas de ruedas, no videntes, sordos y  demás… y si, tuve que fracturarme el tobillo para meditar respecto a ello…. Shame on me! 

El cómo y el por qué estoy en Twittter



"Mi mamá abrió Facebook".... O peor aun:  "Mi mamá  abrió Twitter!" Son exclamaciones de susto que leo muchas veces en las redes. Siempre me da risa. Entiendo que la juventud no quiera que sus padres invadan sus espacios. Sin embargo, ése no ha sido el caso entre mi hijo y yo. Él me enseñó Facebook  y después de un tiempo, me convenció de abrir una cuenta en Twitter. “Ay hijo, Twitter me aburre, no le encuentro mucho sentido”  recuerdo haberle dicho. Mientras él insistía que era una red social muy útil y entretenida. Abrí  la cuenta y empecé a seguirlo sólo a él.
Siguiendo sus conversaciones, empecé a conocer (sólo por usuario) a sus amigos. Muchas veces me divertía tanto con las ocurrencias de todos pero era siempre una lectora, no me gustaba interactuar con nadie. De vez en cuando, hacía algún comentario y como tenía mis tuits protegidos, mi hijo se reía y me decía “madre, usted sabe que nadie la lee, ¿verdad?  A mí no me interesaba que me leyeran, sólo lo hacía para interactuar con mi hijo, nada más.

Y ocurrió lo de OcupaInss. Saben ya lo que pasó. En esos momentos de desesperación, sin saber qué hacer o a quien llamar, entré a mi cuenta de Twitter, buscando amigos de mi hijo y ahí encontré tuits como los siguientes:

“Avisen a la mamá del ogro”

“¿Quién conoce a la mamá del ogro?”

“Alguien contacte a la mamá del ogro”


Entre otros muchos mensajes de apoyo, de solidaridad, de cariño hacia mi hijo.  Fue tan interesante a la vez de conmovedor, leer a tanta gente preocupada por él. Quiénes me identificaron en Twitter empezaron a seguirme.  Después de todo lo ocurrido, quise agradecer y compartir más de  cerca con esa gente maravillosa que había estado conmigo en un momento tan difícil como ese. Quise saber quiénes eran ellos, qué hacían y estar ahí para ellos en cualquier situación que me necesitaran. Así es como empecé a interactuar con esos primeros seguidores que estuvieron conmigo en mi angustia. Acá también he encontrado a personas que estuvieron con nosotros no sólo por medio de esta red social sino que se acercaron, llegaron a visitarnos y estuvieron en carne y hueso con nosotros y que por supuesto agradezco también. Quiero dedicarles esta entrada, darles las gracias nuevamente por todo ese apoyo que nos brindaron y decirles que ustedes son la razón por la cual interactúo en Twitter. He encontrado gente simplemente bella, otros no tanto, pero la gente linda anula y opaca todo lo demás negativo… y aunque ahora uso Twitter como entretenimiento, nunca voy a olvidar que un día encontré mucho apoyo, mucha solidaridad y mucho amor en el momento más terrible de mi vida hasta hoy y sólo quiero decir:

jueves, 1 de agosto de 2013

La cultura del abuso Parte II

Noche de teatro con mi hija. Al regreso, con hambre, pienso comer en cierto restaurante  bien conocido y frecuentado en Managua. En realidad, me decidí por el lugar por la hora que era, ningún otro sitio (con ambiente adecuado para la niña) estaría abierto a esa hora.  El lugar estaba totalmente lleno, así que me indicaron que estaría en el salón “VIP”. Al entrar a dicho salón, me encontré con dos mesas llenas de muchachos. En una, como cinco muchachas con dos adultos y en la otra como diez varones. El ruido era comprensible y siendo profesora por casi 18 años, ya estoy acostumbrada al bullicio de los jóvenes, de hecho, me encanta. 

Sin embargo, lo que siguió no fue de mi agrado para nada.  Cada vez que la mesera se acercaba a la mesa de los muchachos, éstos se burlaban, hacían comentarios denigrantes hacia el lugar, nada personal en contra de ella, pero obviamente haciéndola sentir incómoda. Las cosas iban a empeorar poco a poco. La  chica iba y venía con un plato y el otro. 

 -“Eso no fue lo que pedí”

 -“Esto no me gusta así”

 -“¿Y la salsa? Entonces no lo quiero.” 

Un mesero que también atendía la mesa acudía al rescate de la muchacha cuando los chavalos se ponían insoportables.  Se agachaba al lado de uno de ellos y les hablaba bajito, tratando de apaciguarlos. No sé si era la estrategia o porque era hombre, pero le funcionaba y se  calmaban un poco. 
Yo estaba en una mesa, al fondo, de frente a ellos. Buscaba con la mirada a los adultos, esperando que ellos intervinieran en algún momento. Nada. Absoluto silencio cómplice.

La mesa de las chicas estaba tranquila, se les sirvió, las chicas comieron, se despidieron y se fueron junto con los adultos, hombre y mujer,  mientras los chavalos seguían ahí, incendiando el lugar. 
Levanté la mano y le hice gesto a la muchacha que necesitaba su atención. Ella trató de caminar hacia mí pero la emboscaron. 
-
-“Mirá quiero esto y esto”

-"Cancelá lo que pediste, pedí otra cosa….”

-“Es que nunca van a hacer las cosas bien….” 

Viendo el reloj me dije que si ellos no la dejaban ir en un minuto me pondría de pie y les diría que si por favor podrían permitir que la muchacha me atendiera. 
Afortunadamente, no hubo necesidad, la chica apresuró sus respuestas y se volteó hacia mí con ojos de “espéreme, ya voy” lo que hizo que los chavalos la dejaran ir.

Sentía tanta pena por los dos chavalos, el mesero y la mesera. Los dos jóvenes, a medianoche, trabajando desde quien sabe qué hora y un grupo de cipotitos malcriados haciéndoles la vida imposible. 
La conversación con mi pequeña acompañante no fue tan amena ni tan fructífera. Me sentía totalmente molesta con el abuso. Traté de ser lo más amable posible con los muchachos del lugar, tratando de compensar el maltrato de la mesa frente a mí.

Los estudié uno a uno. Eran todos chavalos, no mayores de 16 o 17 años. Parecía que venían de alguna boda, quince años o algo así porque todos andaban de camisa blanca, manga larga y pantalón de vestir, negro.  A pesar de su rudeza, mala educación y falta de consideración, nunca dijeron una sola mala palabra -raro eso.  Se ve que tienen o que sus padres tienen cierta capacidad económica, pero cero capacidad para educar hijos.

Llega el gerente a la mesa a hablar con ellos. La situación es completamente insoportable. Se acerca a uno de ellos y le extiende la mano para saludarlo. El chico, con altanería, voltea la cara y deja al señor con la mano extendida. Él disimula y se la guarda en el bolsillo. Comienza a hablarles, a explicarles, no sé qué. Ellos le responden, le hablan de vos a pesar  de que es un adulto desconocido. 

-“Nos sirvieron cosas que no eran”

-“Venía sin salsa”

-“Me vas a decir a mí que vos no sabías el mal servicio….” 

Me parece ilógico. Si bien es cierto que devolvieron varios platos (bajo excusas ridículas), también es cierto que hubo comida que se comieron y no dejaron ni rastro. Finalmente, se llega a un acuerdo. Les harán un descuento (que al final pagarán los meseros o el cocinero). Sospecho que eso era lo que buscaban desde el principio. Se retiran. 

¡Gracias a Dios! Suspiro. Voy a tener un momento de paz antes de irme de este lugar, pienso. 
La chica que me atiende se acerca. 

-¿Le puedo servir en algo más? 

-La cuenta, por favor. 

Hago ciertas preguntas acerca de los descuentos por ser primero de agosto y esas cosas. Los dos meseros se colocan a mi lado. He sido mucho más amable y amigable de lo normal con ellos. Están exhaustos.  Se nota que es un alivio para ellos y agradecen mi actitud gentil y comprensiva. Para mi sorpresa, de repente, se sientan conmigo en la mesa (más que todo me asusto porque no sé qué dirá el gerente, pero pobres, después de lo que han pasado!) 
Les pregunto si tienen este tipo de clientes con frecuencia. El muchacho me responde que llegan muchos, muchos clientes iguales o parecidos. Y añade: 

“Hoy estoy exhausto, estoy trabajando desde las 7 de la mañana (eran las 12 de la noche).  A uno de mis compañeros  se le murió la mamá y tuve que cubrirlo, usted sabe….” Baja la mirada.

“Claro” le contesto. 

Pienso que dentro de dos o tres días ese muchacho  volverá al trabajo con todo el dolor de haber perdido a su madre y tendrá que enfrentarse a clientes desconsiderados, groseros y maleducados…. 
Me despido. Se dan las palabras características: 

“Muchas gracias por visitarnos”

“Vuelva pronto”

La muchacha me dice cuando casi estoy ya de espaldas a ellos:

“Como hay descuentos, tal vez puede volver hoy, más tarde.” 

Sus palabras me toman desprevenida. La vuelvo a ver con sorpresa. Una radiante sonrisa me recibe. Los ojos chispeantes de la chica me hacen sentir ternura por ella.

“Veremos” le respondo. 

Ahora solamente pienso que ojalá la muchacha encuentre otro trabajo y ojalá que yo les haya ayudado a los dos meseros a sobrellevar -por lo menos por esa noche- esa carga terrible que es atender a gente fastidiosa que se cree superior y con derecho a maltratar a los demás ….

viernes, 19 de julio de 2013

Esa Voz

“Si me da un peso le cuento un chiste”  Escuché esa voz mientras esperaba a que cambiara la luz en el semáforo del hospital Central…. ¡Heiker! Pensé…. El cipote estaba de espaldas y con la cabeza metida en la ventana del carro al lado mío.  Al darse la vuelta lo vi, en efecto, era Heiker.  Cuando salió  de la estación dos junto con los otros chavalos ilegalmente detenidos por apoyar a los ancianos del INSS,  empecé a buscar a mi hijo entre los seis muchachos que emergieron de los portones de la estación. Heiker Palacios, viendo mi angustia me anunció: “Ahí atrás viene su hijo”. Desde entonces, su voz se me ha hecho inconfundible. Esta vez, hablaba para pedir un peso para un TECHO PARA MI PAÍS. El corazón se me conmovió. A penas una semana y media atrás había pasado una noche terrible, injustamente detenido por la policía y ahí estaba otra vez, haciendo algo por su gente.
No es necesario explicar el cariño que le tengo a este ex alumno mío. En mi aula era un chavalo callado al cual me le tenía que acercar para que me dijera algo. Bromeaba con él y siempre titubeaba un poco antes de contestarme. Se aseguraba de decir lo correcto. No lo volví a ver hasta esa mañanita en la estación y luego en aquel mediodía de incandescente sol cuando un montón de chavalos se volcaron en la recolecta de TECHO.  Heiker es uno de los varios jóvenes que para suerte de Nicaragua no es indiferente a las necesidades de su pueblo. Hace lo que puede hacer dentro de sus limitaciones de chavalo y siempre que pienso en él  pienso en todos los muchachos que dejan la comodidad de sus casas, pudiendo estar con los amigos, jugando, viendo tele, entre otras cosas, para ayudar a su país. Pienso en todos ellos y por supuesto pienso en los
                                              
Dicen que son 50 chavalos, creo que son más, pero 50 deben ser los que se quedaron ahí día y noche, turnándose para estar con los ancianos. De todas maneras, esa cantidad me recuerda al “Pequeño ejército loco”  y se me viene a la cabeza aquella canción de Luis Enrique Mejía Godoy  “ ♫♫y se fue, se fue eran treinta con él…. Le decían bandolero por mirar el sol de frente….♪♫” ¿Por qué me acuerdo de esa canción cuando pienso en los OcupaInss?

Los chavalos estos no dejan de fascinarme. Estoy literalmente enamorada de ellos. Asistí al concierto en solidaridad con Eddie, el sonidista que los acompañaba y a quien le destruyeron su medio de trabajo ese fatídico 22 de junio. Embelesada viéndolos bailar la Macarena, Thriller entre otras, me dije a mi misma, Chavalos, que espíritu el que tienen, no se amilanan por nada. Ahí estaba una de las muchachas que la policía golpeó y encarceló  junto con mi hijo, Marlia. Me encantó verla contenta, al igual que me encantó ver a Ethel , @ethelso , al coreógrafo oficial de OcupaInss , a  Sol, @solhurtadoo, esa misma que grita GUCCI  pero que desde los 15 años, cuando la conocí, andaba con un rollo de solicitudes para involucrar a más jóvenes en un TECHO PARA MI PAIS…. todos tan contentos de estar ahí apoyando a Eddie.  Con esa manía que tengo de meditar en todo, me puse a pensar que bonito es ser así, como esos chavalos, llenos de vida pero sobre todo llenos de amor, solidaridad, altruismo y  ganas de contribuir a su país, que trasladan esas ganas a hechos. Para ellos el “del dicho al hecho hay mucho trecho” no existe. Son más de 50, lo sé y me siento tan feliz que sean muchos más. No queremos jóvenes apáticos, indiferentes, conformistas ni egoístas. Estos chavalos  dejan la comodidad de su casa para ayudar a su prójimo y eso me devuelve la fe en nosotros mismos. Espero seguir escuchando la voz de ustedes, esa voz convertida en hechos, en solidaridad, en amor.Si pudiera, les diría a cada uno de ustedes con un gran abrazo: Muchachos, estoy orgullosa de ustedes, ustedes son exactamente lo que Nicaragua necesita. 

viernes, 7 de junio de 2013

Ay Nicaragua, Nicaragüita, qué karma estarás pagando?

En 1927, en medio de la cuarta (si, damas y caballeros la cuarta!) intervención de los Estados Unidos en Nicaragua y de la lucha de Sandino en contra de esta injerencia extranjera, a alguien se le ocurrió la brillante idea de utilizar el magnífico lago Xolotlán como una  inmensa alcantarilla. Me imagino que entre tanto burumbumbum de los gringos, Sandino, el pacto del Espino Negro, las matanzas de campesinos en Ocotal etc. etc, pensar, razonar y ver hacia el futuro simplemente no era prioridad.  Y así, nuestro hermosísimo lago, una de nuestras bellezas naturales más encantadoras y potencialmente más proveedora de recursos, se convirtió en eso, en un enorme basurero. Pasaron los años y como las guerras nunca acabaron en nuestro país y para remate se da un terremoto en 1931, el lago siguió recogiendo todos nuestros desperdicios. No había tiempo para pensar en la catástrofe.
Imagine estas aguas limpias, sin contaminación. 

Eran los años 80 y, adivinen qué? Cincuenta años después seguíamos en guerra, igual contra nosotros mismos con la ayudita de los Estados Unidos y pues, no había mucho tiempo para pensar en la naturaleza, en nuestros recursos, en el ambiente ni nada de eso. Ya saben, con la guerra, el racionamiento, y demás, por favor! Entonces, ese espíritu malo que anda buscando venganza de algo que le hicieron en vida en nuestro territorio güegüense,  le sopló al oído a uno de los alcaldes de Managua de esos años, la súper idea de convertir nuestra bella laguna volcánica de Tiscapa en otro basurerito más. Bueno, no estoy segura si fue ese espíritu malo o falta de conciencia e inteligencia de nuestro ex alcalde de Managua, pero el resultado fue el mismo… otra fuente de agua, otro recurso, otra belleza destruida. (A propósito, espíritu o no, yo de ese alcalde no saldría de mi casa de la pena moral). Mandamos a nuestra naturaleza literalmente al excusado así por así.
Parece que esa mentalidad autodestructiva nos ha sido heredada o quizás sea el genoma de los nicas.
Vista de una de las áreas despaladas en Bosawás. 
Destruir, destruir, destruir, arrasar, arrasar, arrasar con todo lo que sea naturaleza, con nuestro ambiente y nuestro ecosistema. Parece que nos sentamos a pensar que más nos hace falta por destruir y así hemos destruido nuestros lagos, ríos, bosques, flora y fauna. El Xolotlán y Tiscapa son sólo pequeños ejemplos de decisiones eco-suicidas. El nica practica el suicidio ecológico todos los días. Los huevos de tortuga se comercializan, se compran, se venden, se consumen sin aparente conciencia del verdadero mal que se está haciendo. Y qué decir de Bosawás? Nuestro pulmón muere cada día y nosotros estamos muy ocupados para darnos cuenta. Pareciera que no nos importara, ni al gobierno como gobierno ni al ciudadano como ciudadano. Triste.
En estos últimos meses parece que las autoridades del país se han dado cuenta que no estamos destruyendo el lago Cocibolca tan rápido como deberíamos. ¿Qué pasa? No es normal que nos tomemos tanto tiempo en destruir un lago. Así que para aligerar el proceso, vamos a hacer un canal. Para garantizar su total destrucción del lago, vamos a darle la construcción del canal y su control a manos extranjeras. Así ellos no tendrán remordimientos que están destruyendo su país y que están dejando a las futuras generaciones solo las ruinas de lo que fue. Ese espíritu malo, bandido, anda haciendo de las suyas otra vez…. O será algún tipo de karma colectivo? Las más inverosímiles razones se me ocurren porque no tengo una razón válida o lógica para semejante falta de conciencia, de moral,  de inteligencia  ni para semejante despliegue de ignorancia, estupidez,  egoísmo y soberbia que actúa en contra de nosotros mismos, de nuestros hijos y nietos.
Ya lo dijo y  cantó Salvador Cardenal,
COMO EL AMOR DEFIENDE SUS DERECHOS
COMO QUERER OXIGENO EN EL PECHO
COMO SENTIR AROMAS EN LA SELVA
QUERO HEREDAR LO MISMO QUE ME DIERON

Y con todo el cariño que le tengo a este cantautor, ojalá y su canto no sea profecías de un futuro terrible y siniestro en nuestro país.

MIRA A TUS NIETOS, ELLOS DIRAN DE  VIEJOS
CUANDO ERA NIÑO PUDE CONOCER UN ARBOL
HABIAN TANTOS QUE MI ABUELO LOS TALABA
POR CAMIONADA, NADA, NADA
AHORA NO QUEDA NADA, LOCO, LOCO, LOCO,
NI UN ARBOL JUNTO AL OTRO
NADA, NADA, NADA, LOCO, LOCO, LOCO,
NI UN ARBOL JUNTO AL OTRO



domingo, 12 de mayo de 2013

¡Ay, ser madre!

Vean mi cara de embobada

Bueno y ya que todo el mundo se acuerda de las mamis y les da felicitaciones, yo me pregunto, si ustedes saben lo que sienten la mayoría de las mamás del universo. No sé si alguna ya se dio a la tarea de describirlo, pero si no, yo les voy a contar.
 Como ustedes ya saben, lo primerito que sentimos es AMOR. Si, un amor que inunda, que llena, que te extasía y que te vuelve tontita por completo. Llegás a enamorarte totalmente de esa personita chiquitita que anduvo en tu vientre por nueve meses. No importa si es bonita o si lo genes de la belleza pasaron a kilómetros de distancia, para vos, tu hijo es lo más bello del planeta tierra y que nadie se atreva a decir lo contrario…. o a insinuarlo…. o a decirlo con la mirada porque se va a volver el enemigo público número uno. Tu hijo es el más bello, más inteligente, más astuto, más avanzado, más gracioso, más ingenioso, más listo, y simplemente el más maravilloso del mundo, sin cuestionamientos. Si, así mismo, una especie de amor ciego  de nacimiento. Lo más sorprendente de esto es que aunque pudieras pensar que tanto amor solamente lo podés sentir por una persona, lo podés sentir por dos, tres, cuatro, cinco o todos los hijos que tu mala cabeza y tu pasión o las circunstancias (no Dios,) te pueda dar.
Luego de eso, se siente un tremendo y terrible MIEDO. Y qué si le pasa algo? Si se cae? Si se ahoga con algo? si se enferma ? y si no lo logra superar? Si sufre daño en cualquier manera? Cuando va al colegio tenés miedo que la profesora no lo quiera, que le ponga tema (si mis estimados, eso es uno de los mayores temores de los padres, que los profes les “pongan tema”) que los amigos lo mal influencien (porque nuestros angelitos nunca mal influencian, siempre son los otros chavalos que sus padres no les ponen rienda y andan maleando a los demás).Sin embargo, te da miedo que no tenga amigos, que lo aíslen, vos querés que sea popular y que tenga muchos, muchos amigos…. Te da miedo que fracase en el colegio, en los deportes, socialmente o en cualquier  otra cosa que emprenda, o que le guste o que no le guste hacer pero que vos los estás empujando a hacer porque querés que sobresalga. Te da miedo que empiece a  consumir alcohol o a fumar (aunque vos lo hagás) o aun peor a drogarse. Cuando llega el tiempo de ir a  la universidad, te da miedo que no logre entrar, que no seleccione la carrera apropiada, que no logre terminar los estudios y que los profesores les sigan teniendo tema (si, esos benditos profesores nos atormentan toda la vida de madres).Luego los profesores son sustituidos por los jefes, si esos mismos que no sabés cómo si tu hijo es más inteligente, más capaz y entrenado la otra persona es el jefe y no tu hijo. Los papeles obviamente están invertidos.
En lo sentimental, nos da miedo que le rompan el corazón (nunca será él quien rompa un corazón, por supuesto), que no encuentre a la pareja perfecta, que esa persona a quien escogió no sepa valorar el tesoro que se encontró, que no lo atienda, le sirva, le ayude y lo ame como se lo merece, especialmente si tu retoño es mujer, con tanto misógino, machista que anda suelto por ahí. Nos da miedo que fracasen sentimentalmente, profesionalmente o en cualquier otro ámbito. El temor nos aprisiona si viaja, si llega tarde, si no nos llama por teléfono para hacernos saber dónde está. Y así pasamos nuestras vidas desde el día que sabemos que estamos esperando, si porque en el embarazo son otros temores, que si respira, que si se mueve, que si está cómodo, que si está bien de peso, que si va creciendo normal, etc., etc. No importa lo valiente, ni lo fuerte que seas ni todo el coraje y el valor o el carácter que tengás, siempre vas a tener esos temores, a veces, muy pero muy escondidos dentro de vos, que ni siquiera te das cuenta que los tenés pero ahí están, por eso empujás a tus hijos a ser mejor, los presionás para que sean excelentes o los sobreprotejés, o los malcriás, o te volvés loca tomando decisiones  en vez de ellos…en fin….
El tercer sentimiento que se apropia de vos cuando llegás a ser madre es CORAJE. Entonces, no importa lo tímida, callada, apocada o terriblemente débil que hayas sido toda tu vida. De pronto tenés fuerza para todo. Para pasar despierta toda la noche, cuidarlo 24 horas al día mimarlo, consentirlo, alimentarlo y demás aun cuando tenés que trabajar, hacer las tareas del hogar y lidiar con el marido (si lo tenés y si a quien tenés es uno de ésos que piensa que la tarea gigantesca de cuidar hijos y la casa y todo lo demás es cosa de mujeres aunque ellos sean los “más fuertes” )

Tenés fuerza para batallar contra todo aquel que le quiera hacer daño a tus angelitos, profesores incluidos, (¿Se acuerdan? Esos terribles profesores que le ponen tema y no podés explicarte por qué) y te podés pelear con quien se atraviese en tu camino. Te volvés “bocatera”, invivible, insoportable porque nosotros podemos hacerles y decirles cualquier cosa a nuestros hijos pero nadie más puede, porque nadie, queridos señores, nadie se mete con nuestros hijos y salir ileso… por lo menos una buena “tratada” le damos…. Todas esas sentimientos reacciones y emociones, amor, miedos, coraje es ser madre y se siente maravillosamente bien…. 

miércoles, 2 de enero de 2013

La Cultura del Abuso

Cuando estaba aprendiendo a manejar, recuerdo que decía que iba a esperar que todos los otros carros pasaran primero. De esta manera, en mi inocente mente de conductora novata, me evitaría los problemas y probables choques. Andaría a cierta velocidad y guardaría mi distancia bien medidita. ¡Ah! ¡Días felices de inocencia e inconsciencia!
Estando ya en la calle, la realidad fue otra cosa. Taxistas, buseros, civiles, pitando descontroladamente que hacían que mi pie pisara el acelerador por inercia, sin medir las consecuencias. Carros y motos que invadían mi milimetrada distancia, la que yo cuidaba con recelo y en un santiamén zas, zas dos o tres carros más delante de mí porque yo testarudamente seguía guardando mi distancia. Pero los pitos y las invasiones no son nada a la par de los “piropos” que los acompañan. “Cambia esa chatarra”, “Mujer tenías que ser”  “$&%<xªº\%$&+** perica, ¡Aprendé a manejar primero!!  Y otros que por respeto a mí misma no repetiré acá.
He pasado por todos las etapas psicológicas que se puedan pasar con este asunto. Lo negué.No  puede pasarme esto. Es que ¡debería haber una ley que prohíba el abuso verbal a otros conductores! Me enojé. ¿Es que creen que yo no puedo ser igual de violenta? ¡Se equivocan!
 No podía contestarles porque las malas palabras y ofensas orales no son mi fuerte.  Recurrí a otras estrategias. Me quedaba sin avanzar mientras más pitaban. Si me invadían mi espacio de alguna manera les hacía de seña con la mano que se dejaran venir, yo ahí los estaría esperando para que me dieran. ¿Estaban listos para un choque? Porque yo sí.  A los buses les pitaba y me iba encima de ellos. Era divertido ver la cara de “ésta salió más loca que nosotros” que ponían los choferes…entre otras tácticas pasivo-agresivas con las que me fui defendiendo, ajustando a esa gran selva que es el tráfico en Managua. Ley Darwiniana. Me adapto o muero.
Poco a poco pasé del enojo y las ganas de ser una experta en serpentinas para pincharles las llantas a los miserables conductores de  Managua  a la aceptación y resignación……….. No esperen. Aceptación y resignación no. Nunca. Por eso estoy escribiendo esta entrada. Jamás aceptaré la cultura del abuso que vivimos, en la que estamos inmersos. El tráfico en Managua es solamente un pequeño ejemplo de lo abusadores que son algunas personas en este país. Se sienten con todo el derecho de ofenderte si no avanzas a la velocidad de ellos. La distancia invadida es una pizca de la montaña de invasiones a tu espacio a tu integridad. Donde sí respetas las leyes sos el raro, el tonto que ni Dios quiere.
Lamentablemente somos un país donde mucho se creen con la autoridad de gritar, ofender, ultrajar con la palabra, mancillar tu dignidad, tu libertad de andar de la forma que te sea más grata, más conveniente.  Escribiendo, recuerdo las veces que me ha pasado estas situaciones y sólo veo caras masculinas. Me pregunto si tendrá que ver con ese terrible machismo que asola el mundo (digo el mundo, porque ustedes saben que no solo en Latinoamérica existe). Y recuerdo que en el tráfico si solamente he visto hombres pero en otras circunstancias también he visto mujeres, generalmente abusando a otras mujeres. Una vergüenza total.
Supermercado La Colonia. Esperando para comprar carne. Un grupo de personas  con número en mano. De pronto una señora queriendo ser atendida de primero se da cuenta que no tiene número. La arremete contra la dependienta. “Vos que no me pudiste decir que había que agarrar número”, le grita. El enojo y la sangre que me sube a la cabeza no me permiten discernir las ofensas siguientes. Con el corazón acelerado alzo la voz. “Pobre señora, primera vez que viene al súper, ella no sabe que hay que tomar número y como encima la pobre también es ciega, no ve el dispensador….”  Silencio total. Nadie más me apoya. Cómplices de maltrato. Los sancionaría de ser juez. Sigo en mi arrebato de paladina de la justicia. “¿De dónde será esta señora que nunca había ido a un súper?  Se le ve la sonrisa contenida a la dependienta. Estoy satisfecha.
Payless Shoes de Metrocentro. En la fila para pagar. De repente una mujer en sus treinta, de “buena pinta” comienza a gritarle a la muchacha de la caja. Absurdo su reclamo. Me indigno. Gente ignorante, pienso. Siento ese calor que me da cuando se me sube la sangre. Exploto. “Oiga usted ¿si sabe que las políticas no las establece esta chica, verdad? No recuerdo bien lo que dije. Mucha sangre en mi cerebrito. Sólo recuerdo que la mujer se fue apresurada. Me quedé en la fila hablando con las demás personas. ¿A ustedes les gustaría, que a su hermana, su mamá, su novia, su esposa, una persona que quieran mucho, alguien las maltratara de esta manera? Algunos bajaron la cabeza. Otros me miraron con cara de “loca, a un ser querido mío nunca le pasaría esto”….
He visto tantas situaciones de abuso (sin mencionar el acoso sexual que es otro rollo y grande) que he llegado a la conclusión que vivimos en una cultura de abuso. Abuso extremo por todos lados. Abuso verbal, abuso de confianza, abuso de autoridad, abuso, abuso, abuso. Tanto así que ni siquiera lo reconocemos como abuso, lo vemos como algo normal y natural. Tengo muchas cosas por las que me siento orgullosa de mi país, pero ésta no es una de ellas. De hecho, es mi mayor afrenta. Solamente espero que un día nos demos cuenta y nos decidamos a cambiar. Por mi parte, empiezo con esta entrada a ver si poco a poco podemos ir transformándonos en mejores personas, mejor sociedad y mejor país.

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